jueves, 24 de febrero de 2011

A ella, la que inspiro mi camino

Nunca supe que quería enseñar, la verdad, siempre me imagine dibujando grandes cuadros o restaurando alguna obra...pero mi sueño se vio truncado en la selectividad de 2009-2010...
Os contare la historia desde el principio...

Desde infantil destacaba mi habilidad con los lápices de colores, en primaria con los pinceles y en la E.S.O fue cuando mi hada madrina (mi profesora de dibujo Concha) me ayudo a ver las cosas claras... Fue mi primer contacto de verdad con el arte de poder expresar lo que realmente sentía, ella me oriento, me ayudo y me apoyó. Me ofreció un puesto de trabajo si estudiaba bellas artes...

Cambié de instituto y perdí el contacto con ella; pero siempre la recordare con todo el cariño del mundo.
Al terminar el instituto y la selectividad llego la hora de la verdad, si unos números me concederían realizar mi sueño...

A las 6 de la mañana sonó el móvil (7 en la península) eran los resultados de la selectividad, y por suerte o desgracia mi sueño se vio trucado por unas décimas...

Pero no me iba a rendir aquí, tenía que lograr mi meta, aunque el camino fuera más largo...

Escogí magisterio para poder ser profesora de dibujo, y poder hacer lo que más me gusta dibujar a todas horas...


Por eso este camino es el que escojo para llegar a mi meta. 

Mi hada madrina

Todo comenzó una tarde de enero de y todo terminó un mes de julio...Pero empezaré por el principio.



Mi sueño siempre ha sido pintar, ya sea un cuadro o dibujar algún monigote...En infantil mi varita mágica era un lápiz de madera que dibujaba lo que yo quisiera con sólo apoyarlo en la hoja, y por arte de magia se movía y dibujaba (más o menos) lo que yo quería. En primaria avance un poquito más y mi varita ya era mucho más sofisticada; Se componía de ceras, temperas, rotuladores...Pero...¿Qué es una varita mágica sin hada madrina, que te enseñe como funciona de verdad? Pues bien, pasaron los años y llegue al final de mi etapa de aprendizaje, la E.S.O y alli estaba ella...Me enseño que una varita no solo se compone de rotuladores o colores, se trata de lo que puedes trasmitir con ellos: El rojo transmite ira, el azul frío...



Ella me guió en un camino, que pensé que estaba iluminado, me enseñó los mejores secretos de como aprovechar lo que cada persona tiene de especial (en mi caso la pintura).


 Desde ese día supe que yo también, quería ser algún día, la persona que pueda iluminar el camino de alguien, ayudarla a avanzar..y sobre todo, a través de lo que a mi me encanta, poder enseñar y transmitir ese amor por las cosas más simples.



Ella me enseñó que una clase no es algo aburrido, que una clase te puede trasportar a un mundo de ensueño, a un mundo mágico, del que aprender constantemente. Una fuente inagotable de recursos a nuestra disposición.